80P1VM/59: Milford Sound, imposible no suspirar

#post_80P1VM/59 de 80 en 1 vuelta al mundo, de Humberto Bedolla

 

LLEGAR A UN fiordo siempre ha sido complejo. Son lugares que están en costas lejanas, y ellos mismos, por su naturaleza de gran montaña abrupta, complican el camino. Nos pasó en Fiora, donde fui con toda probabilidad el primer mexicano en pisar ese gran fiordo noruego, y pasó en Milfordsound, el gran fiordo neozelandés.

A Milfordsound solo es posible llegar por una pequeña carretera de montaña  desde Te Anau, un pueblo que tiene acceso a 2 de los 9 grandes caminos de Nueva Zelanda: Kepler y Milfordsound (el track). Y una vez se llega a la orilla del fiordo, la única forma de visitarlo es en barco. Hay que levantarse.muy temprano y hacer ese camino o dormir en el único hotel del lugar, con las implicaciones logísticas que tiene eso: unos cuantos cuartos para miles de visitantes por día.

Como teníamos tiempo, caminamos el Kepler, paseamos por el lago de Te Anau y tomamos café y cerveza, hasta que llegó el día en que teníamos reserva para el hotel. Llegamos por la tarde al fiordo, y admiramos la calma y ese gran espejo que se forma en el agua cuando los visitantes se van. Sólo se puede suspirar. Y se entiende porqué es popular, porqué vale la pena la espera y el camino. Recordé la inmensidad del Fiora al ver la del Milfordsound. En uno fui el primer mexicano, en otro fui uno más, pero nada se compara con simplemente contemplar las grandes paredes formadas por la era glaciar y la invasión del mar. Los fiordos son grandes entradas de mar vigiladas por altas montañas esculpidas por el hielo. Puedes ser el primero o el último, pero desde el Capitán Cook hasta el que está ahí ahora mismo, es imposible no suspirar.~