80P1VM/23: Las playas de Bangkok

#post_80P1VM/23 de 80 en 1 vuelta al mundo, de Humberto Bedolla

 

Llegué a Tailandia con la idea de playas paradisíacas. Aterricé en Phuket, isla con playas, y en el aeropuerto nos recibió un stand con folletos que decían “Phuket, el paraíso”. No pude más que sonreír. Por fin, pensé, ya me tocaba paraíso. Llegamos al hotel, me puse el bañador y bajé corriendo, casi gritando, como los niños, el paraíso. Apenas pisé la arena me recibió un escupitajo en el pie. Miré y era una mujer de china que se limpiaba la boca, pues la mitad le había quedado colgando. Me miró e hizo el intento de enterrar la saliva en la arena sin darse cuenta que lo que pisaba era mi pie. ¿En serio está enterrando mi pie? Cuando terminó caminé por la arena, y apenas subí la vista miré los adornos de la playa: botellas, telas rotas y mojadas, sombrillas oxidadas, papeles… Las botellas eran de plástico y vidrio, y las había de todo: cerveza, agua, cremas,… algunas indescifrables; los papeles antes eran revistas, periódicos, para cubrir comida; encontré sandalias y hasta alguna zapatilla deportiva; vi pedazos de unicel que antes eran de alguna nevera portátil; y sí, hasta un pañal usado había por ahí. No, definitivamente Phuket no es el paraíso. Solo pude suspirar. ¿Dónde está el paraíso? Busqué y me fui a una isla más pequeña, más cara, más inaccesible, con menos gente; las Phi Phi. La cosa mejoró, pero seguía habiendo olor a caño y suciedad. Basura por las calles y rubios, supongo ingleses, buscando alcohol barato. La playa del puerto era linda pero… no sé decir qué fallaba pero no, aún no era el paraíso, así que busqué otra isla aún más pequeña, más cara, más inaccesible, con menos gente. Hay que pagar para entrar, hay que contratar a un lanchero, solo puedes estar una hora o dos… pero sí, en Isla Bamboo sí encontré el paraíso. Y entonces pensé: el paraíso no es para jodidos. Mientras me subía a la lancha para volver, después de haber probado la gloria, triste, pensé en cuánto tengo que ahorrar para volver a él, ¿y si no puedo volver? Me puse melancolico, tristeza total. Eres un jodido, pensé. Y al fijar la vista en el lugar el viento arrastró unas latas de cerveza. ¿Basura? Me di cuenta que en Isla Bamboo no hay cervezas, solo latas, y ya se sabe que sin cerveza… así que me alegré. No, eso tampoco es el paraíso, así que no tengo que volver.~