80P1VM/19: Adopta un extranjero

#post_80P1VM/19 de 80 en 1 vuelta al mundo, de Humberto Bedolla

 

—NADIE NOS HACE caso —criticó amargada una madrileña en Bristol.

—Cierto, nos miran feo —respondió el catalán del grupo.

—Bueno, es difícil que la gente cambie su rutina y se abra a conocer personas —advirtió Arancha—. Y más si no tienes la rutina donde haya extranjeros.

—Ya —volvió el catalán—, pero no es lo mismo. Aquí está lleno de extranjeros. Y les dejamos mucha pasta con los cursos de ingles.

Yo no pude resistirme.

—En Barcelona odian a los turistas, y les dejan mucha pasta. Y estoy seguro que tú no haces nada por integrarlos, ¿conoces a alguien que no sea español? ¿Has ayudado a alguien que haya estado haciendo turismo en Barcelona, le has hablado siquiera?

No hizo falta que contestara.

Pero es realmente difícil interactuar con la gente local en un viaje, más si es de turismo. Lo ideal para integrarse en otra cultura es que alguien sirva de puente y te introduzca. Leí una noticia que una familia regresaba a Aleppo porque no se había podido integrar a la vida argentina, ¡qué difícil debe ser renunciar a tus costumbres! Porque, si realmente quieres conocer otras culturas e integrarte -creo-, debes comenzar por dejar de decir que lo de tu país es lo mejor, lo más grande, lo más…y, más difícil aún, renunciar a hábitos y costumbres, y esto, no todo el mundo quiere ni puede.

No puedes pretender comer jamón serrano en UK, menos en Japón. Tampoco hay vino,  por mucho que puedas comprarlo, hay sake; en Vietnam hay Pho, no pasta; en Australia canguro, en Marruecos taijin, en México barbacoa de chivo… o puedes comer en el McDonalds ¿pero, para qué viajas?

Mientras tanto hay que copiar a los locales. Si ellos hacen ruido para sorber los noodles, tu también puedes hacerlo. Si te piden quitarte los zapatos, hay que ponerse calcetines sin agujeros. Si todos se forman para entrar al metro, hay que formarse… supongo.

En Japón hemos querido entrar a varios restaurantes de locales. No había menú en inglés ni con fotos, tampoco había occidentales entre los comensales, y todos los que estaban  dentro se veían ligeramente borrachos, gritando, con su sake en la mano. Pero no nos dejaron entrar. Dijeron que estaba cerrado, o lleno. Miré alrededor sorprendido por la excusa. Los borrachos no tenían pinta de estar cerrando la fiesta ó, en el otro caso, de un vistazo alcalcé a calcular 10 sillas vacías. No, la gente no hace por integrar extranjeros. El único lugar que he vivido que integra a la gente, de forma sistemática y sin que sea una dependencia del gobierno, ha sido en Bristol. En una iglesia católica donde te invitan un café y unas galletas mientras hablas inglés y te vas permeando de los hábitos locales. Y se lo pregunté a la mujer de 80 años con la que hablaba:

—¿Por qué haces esto, Margareth?, ¿por qué dedicas una hora todos los lunes a hablar con gente que no habla bien ingles, y ni siquiera me hablas de dios ni me pides que venga a tu iglesia?

—Para integrarlos —contestó.

En ningún otro lugar he visto esto. Son pocas las personas que conozco que abren sus casas a extranjeros en tiempos modernos; aunque hay muchos testimonios de viajeros que han sido recibidos con una sonrisa y sin que los conozcan apenas. Y no, no es fácil con los turistas: «¡Qué se vayan a un hotel!, y que dejen de ir a los lugares que yo voy, que están haciendo que suban los precios de las cerveza.» Sí, es difícil integrar a los extranjeros.

De hecho, se necesita tiempo. Yo creo que el momento en que has lavado la ropa, te has comprado un periódico o una revista local y has mirado la cartelera del cine, en ese momento, comienzas a ser local, y ahí ya puedes conocer mejor el lugar que visitas. Pero necesitamos puentes. Así que comienzo una cruzada: si viajas, si te gusta codearte con los locales, comienza en tu ciudad, ¡adopta un extranjero!

Ahora llego a Seúl, donde está Unne, una amiga a quien no veo desde hace 10 años, y que conocí mientras estudiábamos en Dublin. Y sí, me ha adoptado.~