Square Hunting

Un texto de Ana Buerón

I begin to long for some little language
such as lovers used, broken words,
inarticulate words
like the shuffling of feet on the pavement.

–Virginia Woolf

EL TERRITORIO NUNCA nos es dado, debemos conquistarlo. La escritura se expone como una reflexión crítica sobre el mundo, pero también es un ejercicio de representación que produce y modifica los espacios. Mucho se ha dicho del flâneur de Baudelaire, de la experiencia urbana de la que disfruta y ha disfrutado el hombre.

Pero, ¿cómo ha habitado y cómo habita la ciudad la mujer? ¿Desde que postura o nombre lo ha ocupado? ¿Hemos sido excluidas de la historia del territorio? Este artículo busca vislumbrar –aunque sea un poco– a aquellas mujeres que intervinieron el espacio desde y con su cuerpo a la ciudad por medio de la literatura: la creación, la edición.

La mujer en la ciudad funcionó como objeto estético, en los valores nacionales o en la necesidad del progreso (modernización), como en el caso de la revista Vea, de la Ciudad de México, en donde se exponía en la portada a una mujer en ropa interior con un cuerpo “Art Deco” y atrás un edificio moderno como lo menciona Ageeth Sluis en su ensayo Projecting Pornography and Mapping Modernity in Mexico City.

Vea: Semanario Moderno, Noviembre 2, 1934

¿Qué es la Flâneuse?

El deseo y la diferencia habían sido la articulación del cuerpo femenino que, a su misma vez, representa a una minoría. ¿Entonces cómo intervenir la ciudad? ¿Cómo se construyen los espacios? ¿Qué es la mujer para la ciudad? ¿Somos anónimas o visibles? ¿Cómo camina la mujer la ciudad? ¿Cómo es nombrada? ¿Cómo es ella? ¿Rastreadora, artista, fotógrafa, acechadora, observadora, escritora? ¿Cómo se desentierran esos lugares? Las mujeres no pasamos desapercibidas en las calles pero, ¿hemos sido borradas de la historia de la ciudad?

En el libro Flâneuse: Women Walk the City in Paris, New York, Tokyo, Venice, and London, Lauren Elkin propone el concepto flâneuse, para pintarnos de vuelta en la ciudad, deambular por las calles y penetrar las esquinas. Desde una postura feminista la novela invita a las mujeres a salir a la ciudad, caminarla y acogerla como propia. La intención de este libro, sobre todo, es que las mujeres recuperemos el espacio. La apropiación viene a partir de tomar posesión de algo pero, ¿cómo se toma algo sin nombrarlo?

Sylvia Beach: Shakespeare and Company y Ulises.

¿Cómo se manifiesta el flâneuse? Mujeres importantes para el mundo literario se han inscrito en la ciudad por medio de su escritura o lugares creados en la ciudad, como Sylvia Beach, fundadora de Shakespeare and Company en París en donde permaneció como librera y anfitriona de las reuniones de Man Ray, Ezra Pound, Ernest Hemingway, Samuel Beckett, James Joyce, Paul Valéry, Jacques Lacan, entre otros. Siempre dijeron que Beach era mejor que el embajador de Estados Unidos. Shakespeare and Company se convirtió un lugar de encuentro para los escritores de la época y Sylvia Beach una de sus editoras. De hecho ella fue la primera interesada en editar Ulysses de James Joyce ya que a nadie más le parecía un buen texto. En 1956 Beach escribió Shakespeare and Company, un libro de memorias de los autores que frecuentaban la librería.

Sylvia Beach y James Joyce

Virginia Woolf y el ritmo del flâneuse

Otra mujer que se apropió de la ciudad por medio de su escritura, edición y traducción fue Virginia Woolf. Fundó una editorial en la casa que habitaba en 1917, The Hogarth Press. En esa casa se publicaron obras como The Waste Land de TS Eliot o The Devils de Dostoyevsky, traducido por Woolf. Además se hicieron traducciones de Freud y de Rainer Maria Rilke. Woolf escribió diarios, cartas y libros pero es desde la lectura que puede reconstruir sus pasos, de hecho en uno de sus textos menciona que debemos estar dispuestos a leer un volumen sobre cada calle de las ciudades y de todas maneras pedir más.

En Street Haunting, ensayo que escribe Woolf sobre la ciudad, imagina y escribe la vida de desconocidos que ve en la ciudad, así como también describe las calles que camina. Construir el espacio desde la narrativa es un ejercicio constante en los ensayistas literarios. En Street Haunting también explica cómo la mujer experimenta la ciudad, habla de cómo ellas, en esa época, podían gozar del anonimato que la noche les permitía. Por las mañanas y con la exposición de la luz eran objetos de miradas de acecho, rastreo u observación mientras que por la noche es lo opuesto, en cuanto la mujer ahora es anónima, pues ahora ella es la que observa, ahora es ella la street haunter.

La ciudad no solo se construye a partir de un mapa, hay una relación intensa del cuerpo con su atmósfera. Así como Walter Benjamin sugiere que el compás del flâneur se puede comparar con el paso de una tortuga, nos preguntamos cómo sería el ritmo del flâneuse. Woolf caminaba la ciudad frecuentemente con un perro, Gurth. Después él se sentaba a su lado mientras escribía. El ritmo del flâneuse es uno más rápido, ya que el caminar está sujeto a la corporalidad y a la escritura.

Figura de la mujer en la ciudad

Ruth Orkin, American Girl in Italy 1951[/caption]

Esta fotografía aunque podría apuntar al acoso, es todo lo contrario. Ruth Orkin se la tomó a Jinx Allen, quien está vestida con un vestido de Dior y un rebozo mexicano naranja, tomaron esta foto con el objetivo de jugar con los códigos y hablar de la independencia e inspiración que una mujer podía tener aunque en ese tiempo no fuera lo esperado de su género. Elkin, con esta fotografía, hace que nos cuestionemos si la figura de la mujer está sujeta a la mirada masculina o a la independencia femenina. La tensión siempre existe y así como la fotografía o el arte pueden ser polisémicos, también el caminar de la mujer en la ciudad. Quizás por eso el ritmo del flâneuse es uno más rápido: ¿acecho o libertad? Creo, que por lo menos en la Ciudad de México caminamos acechadas pero luchando por nuestra libertad.

La flâneuse entonces está construida a partir de una identidad anónima y expuesta al mismo tiempo, sobre todo cuando sale una mujer a pasear como hombre, como lo hacía George Sand, que utilizaba ese seudónimo para poder ser periodista a la luz del día. Su nombre real era Aurore Lucile Dupin. Aún cuando salía con traje y buscaba un travestismo para el anonimato, George Sand se asumía como mujer. Las mujeres para las mujeres han sido siempre visibles y es por eso que tenemos historia de las mujeres en lo urbano, aún cuando se pensaba que habíamos sido históricamente borradas.

Mexicanas que intervienen ciudades: Valeria Luiselli, Sara Uribe, Brenda Navarro.

A partir de su obra, estas mujeres nos han hecho revisitar lugares que tienen una historicidad arquitectónica/natural como los ríos secos que ahora son calles: Río Churubusco, Río Mixcoac, Río Tacubaya, Río Hondo, esto lo hace Valeria Luiselli en Papeles Falsos, ensayo literario en donde se construye una cartografía de la Ciudad de México: sus umbrales (ventanas), sus perspectivas (desde una bicicleta o en el auto envasado al vacío) y su nostalgia (la memoria que se conserva a partir de lo escrito).

Sara Uribe, otra autora contemporánea, también ha transgredido el espacio pero desde un aspecto social, con la obra Tsunami –una compilación de varias autoras contemporáneas increíbles que viven en la Ciudad de México–. En este libro cuenta su propia historia cuando se quedó huérfana y sola de Estado. Muchas niñas huérfanas son abandonadas por el sistema o acaban en lugares terribles en donde son acosadas, abusadas o incluso más abandonadas. Sara explica cómo la ciudad está construida por un binomio establecido (hombre-mujer) y cómo la identidad se individualiza en una multitud cuando eres mujer, cómo en la calle se está sola si no vas con un hombre y denuncia esta postura patriarcal y opresora. “No estamos solas, estamos con nosotras”.

Otra autora, que apenas escribió su primer novela, Casas Vacías, es Brenda Navarro. Esta obra trata sobre el deseo y el rechazo de la maternidad a partir de dos personajes femeninos principales. Una tuvo un hijo, y la otra nunca pudo, una lo pierde y otra lo roba. Además, Brenda Navarro habla de ese espacio en el vientre que se ha construido materno, que es regido por construcciones culturales y que es usado como generador de ciudad.

Habrá que explorar muchas otras intervenciones desde otras disciplinas como a Agnès Varda desde el cine, Tina Modotti desde la fotografía, Itzar Ziga desde lo académico… la línea es interminable. Como mencioné, este pequeño texto, solo busca plantear preguntas y reflexiones (quizás, ojalá, otros textos) en torno a la mujer en la ciudad histórica, corporal y artísticamente. Lauren Elkin, quien acuñó el concepto de flâneuse, nos invita a preguntarnos quiénes son aquellas artistas que se han (re)apropiado de la ciudad y que siguen reapropiándose de ella. Como dice Elkin “el espacio no es neutral, el espacio es un tema feminista. El espacio que ocupamos –aquí en la ciudad– es constantemente rehecho y sin hacer, construido y admirado. El espacio es una duda, escribió Georges Perec; tengo que marcarlo y designarlo constantemente. Nunca es mío, no me es dado, tengo que conquistarlo”. En la tarea de conquistar el territorio, las mujeres podremos descubrir que esa conquista –aunque velada– es una reconquista, pues el espacio siempre ha sido intervenido por nosotras desde la literatura, el periodismo, la fotografía, la arquitectura, la escultura, el performance, las revistas, las librerías y las marchas.∼