Cómo romperme, romperse, romperle la pierna

Un texto de Humberto Bedolla. Ilustración de Carlos Dzul

 

ESTOY INTRIGADO, ¿QUIÉN busca en Internet cómo romperle la pierna a alguien, o peor, cómo romperse la pierna él mismo? Esa persona seguramente no tienen ni idea de lo doloroso que es romperse un hueso. Por ahí escuché que era de los peores dolores que hay.

Ya sé que si  uno dice esto siempre saldrán las madres diciendo que no será más fuerte que un parto; también los que han tenido un cálculo saldrán diciendo que no será más fuerte que expulsar una piedra; y los que han tenido un infarto… en fin, la cuestión sigue estando ahí: ¿quién y por qué alguien buscaría cómo romperse una pierna?

Yo, de vez en cuando presumo de tener una placa en la muñeca y quince tornillos de titanio en el cuerpo: 12 en la muñeca y 3 en el tobillo. Sí, ya sé lo que piensas, y no. No pito en los aeropuertos. Suelo levantarme la manga del brazo izquierdo, voltear la muñeca hasta donde me deja la placa –porque algo de movilidad he perdido–  y enseñar una cicatriz bastante mal curada por un doctor que hizo muy bien lo de los tornillos pero muy mal lo de coser la herida. Es más, no usó aguja e hilo, sino grapas, que no pegan bien los bordes de las heridas. Así es más rápido terminar, dijo. Esto fue haciendo snowboard y de la manera más tonta… no importa. Lo de la pierna. Son tres tornillos, estos más grandes que los de la muñeca, el triple. Me los pusieron 10 años antes que los del snowboard, y fue intentando esquivar un banco de arena después de que una mini ola asesina me sumergiera en el agua y me empujará hasta el fondo mientras intentaba poner la panza en una tabla de bodysurf. Sí, pinches deportes extremos, son jodidos, y yo, un poco pendejo. Pero quedo como un malote cuando alguien presume de su corte en el dedo por hacer de MasterChef… ¡blandengues burgueses!, si se van a presumir háganlo bien.

Lo que cuento después de hacerme el malo, y si aún tengo la atención del interlocutor, es el dolor. Eso lo recuerdo desde las entrañas. El dolor de salir pecho tierra, arrastrándome por la arena mientras el pie izquierdo se atoraba en los montículos de arena hasta llegar a una ducha al final de la playa.

Recuerdo el dolor de ver la muñeca del doble del tamaño normal, porque el hueso se desplazó y estaba encimado, una parte del hueso sobre la otra. Eso me hacía una muñeca del doble del tamaño normal. Para ir la clínica tuve que subir a un remonte, con la tabla que había alquilado, bajar en otro remonte, devolver la tabla y llegar a la ciudad, unos 40 kilómetros alejada de la estación de esquí, y ver cómo una doctora con muy mala leche les decía a las enfermeras que había que estabilizar. «Qué bien, me darán algo para el dolor», recuerdo que pensé. Me sujetaron entre dos, me amarraron el codo a un poste y unos lazos a los 5 dedos de las manos y preguntó:

—¿Listas?

—Espera, ¿cómo que listas? —interrumpí asustado— ¿No me darás nada para el dolor?

—No hay tiempo.

—¡No importa! —grité—. Engáñame, dame un placebo.

—Puedes putearme si quieres —dijo sin ninguna variación en la voz. No sabía si era advertencia, broma o qué.

Apenas iba a preguntar que qué quería decir con eso cuando dijo, a traición, «Ahora». Una enfermera me sujetó del codo y otra tiró de los lazos mientras ella, la hijaputa (ella me dio permiso) de la doctora, me colocaba uno a uno los trozos de hueso para que encajaran como un puzzle.

¿¡Y quieren romperse la pierna!? No sé, sigo dándole vueltas al asunto, así que lo tecleo en Google. 201.000 resultados. Lo primero es una pregunta de un foro de Yahoo. El interesado pregunta e inmediatamente matiza (corrijo las faltas de ortografía): «No me digan “no lo hagas, es de masoquistas” o cosas así. Solo quiero saber cómo romperme una pierna o un brazo». Está bien claro, quiere conocimiento práctico, útil. Algo sin valoraciones, como compartir una receta de cocina con la abuela, o un nuevo remedio para su lista de remedios caseros. «Fíjate abuela, si tienes un amago de infarto rómpete una pierna y se te va.» Seguro lo primero que preguntará la abuela será: «¿Y cómo me rompo la pierna, pipiolo?» «Pues así…» y soltará los conocimientos.

Yo también pensé que los masoquistas están desatados. Pero no, porque la tercera opción que te propone el buscador es «cómo romperse la pierna ¡sin dolor!» El enlace es otra pregunta de Yahoo (le pongo h al ago y v al benga): «¿Me quiero romper el pie pero cómo lo hago sin saltar de nada, y no me vengan con esos cuentos típicos?» ¡Hay cuentos típicos para romperse la puta pierna!

¿Y por qué he llegado yo a esto de romperse las piernas? Fue analizando qué búsquedas generaban más tráfico hacia vozed, y dentro de las primeras están las conjugaciones de «romperse una pierna»: cómo romperse una pierna, cómo romperte una pierna y cómo romperle una pierna. Aquí nadie se queda sin huesos rotos: yo, tú y él.

Estas búsquedas llegan a vozed porque hay un texto llamado Distintas maneras de romperse una pierna. Obra en tres actos, de Édgar Adrián Mora, y que nada tiene que ver con las preguntas de Yahoo, son los encuentros del escritor con el teatro.

No sé cómo, pero intuyo que debe haber una buena explicación a esto, al menos una coherente. Intento hacer un ejercicio de empatía, ponerme en los zapatos del otro; que no tienen porque ser simpatía, es solo entenderlo. Busco «música masoquista» y me sale un vídeo y canción de Lorena Herrera, Masoquista. Un derroche de creatividad, mensaje, cultura y buen hacer…

Creo que la onda es «Cómo romperle una pierna», es decir, no quieren que sea tan evidente cómo buscan joder al prójimo, y me acuerdo de Tarantino, de Pulp Fiction, y salto inmediatamente a la gran Kathy Bates y una escena con madero, un mazo y dos tobillos.

¡Así se rompe uno un tobillo, o la pierna! Pero sigo sin conocer las causas, lo motivos.

No tengo ni idea de si los que buscan cómo romperme, romperte, romperle una pierna llegarán hasta este punto del texto, pero les aseguro que las consecuencias no son agradables: no hay manera de hacerlo sin dolor. Sí la gente de los foros da como solución que saltes del segundo piso, seguro funciona. Pero, ¿sin dolor? Podrían ver una película y tener la sensación. O leer un libro. ¿Qué libro tiene alguna escena de romperse una pierna que sea bastante clara? No lo sé, pero lo investigaré (si alguien lo puede poner como comentario, todos los que hacen estas búsquedas lo agradecerán).

Respiro y lo trato de olvidar.

No puedo, viene una y otra vez, durante varios meses.

No miento que llevo con esto de  huesos y piernas rotas un buen tiempo. Más de tres meses, hasta que hace poco volví caminando de la oficina a casa, unos 45 minutos de paseo, para despejar la cabeza y darle aire a nuevas ideas. Iba pensando en temas de cultura e intervenciones. Luego salté a doctores e intervenciones ¡y conecté! «Su putamadre, ¡deben ser artistas!, modernos… no, conceptuales. No, postmodernos; que quieren llevar su arte más allá de lo hasta ahora visto. Hay que ser transgresor, pasar todos los límites. Y estos artistas quieren hacer arte interviniendo su cuerpo, ¡rompiéndose una pierna!» La verdad, la idea me gustó mucho.

La intervención en el mundo del arte es bastante común. Y las intervenciones en espacios públicos son cosa de todos los días. Está Bansky con sus intervenciones en paredes de todo el mundo. Me gusta el colectivo BoaMistura, que intenta dar color a paredes feas integrando a las personas del barrio y dándoles una mejor imagen para subir el autoestima del lugar. Seguro que hay algún artista local que ha intervenido alguna pared con intención de decir algo, más allá de grafiti vandálico o el poco original: «abajo el sistema».

También intervenimos para separar a los amigos que, borrachos, se comienzan golpear porque uno le dijo al otro «y tu mamá también». Intervenimos porque nuestro amado está haciendo un desmadre en la cocina intentando hacernos un pastel de chocolate para celebrar las 100 noches de sexo: «déjalo, vente a la cama», decimos sin más. Intervenimos para abrirle la piel a nuestra amiga y sacarle el tubo de metal que se clavó al tratar de saltar una pared con su bicicleta, y de paso dejarle una obra de arte con el cutter.

Intervenimos porque queremos mejorar lo que vemos y vivimos.

Intervenimos para generar cambio, para provocar emociones o para proporcionar experiencias. Intervenimos para completar la historia que un escritor ha plasmado, esperando que hagamos el esfuerzo de coescribir el final.  Intervenimos para proponer y enriquecer, para editar algo, un hecho que creemos puede mejorar, porque si no, para qué intervenir.

Intervenimos con la idea de crear una bifurcación en el tiempo, alterar el futuro y, de alguna forma, quitarnos piedras en un camino futuro.

Creo que por ahí van los tiros. Y no deja de sorprende que haya más de doscientas mil entradas y muchísimas más personas que han pensado en ser artistas y romper con lo establecido de una forma dolorosa. Y no puedo más que sonreír y asentir con la cabeza. Cuanto postmoderno hay en el mundo –pienso. Romperme, romperte, romperle una pierna… pero sin dolor. Eso es lo transgresor. Pero, mientras estamos atentos y esperamos a que cambie la mejor respuesta del foro de Yahoo para unirnos a estos artistas de romperse los huesos sin dolor, intervengan cómo sea, como puedan, pero intervengan.~

Humberto Bedolla (editor),

Volviendo de los Pirineos, donde los huesos rotos,
abril de 2016.