Revistas literarias en línea: colaboración sin restricciones
Imaginen un momento extraordinario, extraordinario al menos para quienes amamos la literatura, en el que Octavio Paz invita a Mario Vargas Llosa a una cena en casa de Carlos Fuentes para hablar sobre una revista literaria en la que participarán, además, Jorge Luis Borges, Milán Kundera, Czweslaw Milosz, Enrique Krauze, y Gabriel Zaid. Ese momento extraordinario, aunque imaginario, tuvo que ver con la Revista Vuelta, sin duda una de las revistas literarias más importantes de habla hispana, no sólo por el calibre de las plumas que participaron en sus páginas, sino por la diáspora intelectual que convergió, y en cierto modo se formó, en ella.
Para nadie es un secreto que los escritores de renombre en todo el mundo han participado, en algún momento, en una revista literaria. De hecho, las revistas literarias son la plataforma de lanzamiento de muchos escritores, ya que no sólo pueden darle vuelo a la tinta con poesía y narrativa breve, sino también expresar su sentir sobre el momento histórico que les toca vivir y generar un debate en torno a la realidad política, social y económica. Sin embargo, el auge de las nuevas tecnologías y la inmediatez del mundo en que vivimos también han afectado este formato de publicaciones: son libros a muchas manos que ya no sólo pueden disfrutarse hojeando, sino, también, navegando. No voy a referirme a cómo se han adecuado las revistas literarias a las posibilidades de Internet, eso supone un esfuerzo aparte. Más bien discutiré un poco sobre las revistas literarias que han nacido por y para Internet.
En la actualidad, las revistas literarias de formato en línea tienen dos características que les dan un cariz particular que sus similares en papel no tienen: por una parte, permiten la colaboración e interacción de autores de distintas nacionalidades en «tiempo real»; en segundo término, al no verse restringidas económicamente, es decir, al no sufrir gastos de impresión y distribución, entre otros, pueden dar cabida a, casi, cualquier escritor que tenga acceso a Internet, en cualquier parte del mundo.
Respecto al aspecto colaborativo, hay que recordar que al inicio de la década del 2000, con el boom de las plataformas tecnológicas para la autopublicación, llamadas también blogs, los escritores en ciernes ya no tienen que esperar a que algún editor, por virtud de quién sabe qué mecanismo milagroso, se fije en ellos para ser publicados. Digamos que la «democratización» de la palabra escrita viene dada por el acceso más o menos generalizado a Internet. Y luego, a fines de la década, la popularización de herramientas de redes sociales, como Twitter y Facebook, permiten dos cosas: en primer lugar, compartir contenidos de manera instantánea, y en segundo término, conectarse con usuarios/lectores a los que de otro modo sería imposible llegar.
Gracias a estas herramientas, nuestra reunión extraordinaria entre las grandes plumas de la literatura contemporánea podría (¿o ya ha ocurrido pero aún no lo sabemos?) pasar en un medio virtual en donde escritores aficionados se han encontrado para crear, todos juntos, un espacio de expresión, una revista literaria en línea en la que pueden publicar sin restricciones todo lo que deseen. La posibilidad que ofrece la Internet para converger y co-crear puede, y de hecho lo hace, permitir que autores que de otra forma permanecerían en el anonimato de la hoja de cuaderno, sean conocidos y reconocidos en círculos literarios que difunden sus contenidos de forma virulenta a través de las redes sociales.
Por otra parte, estas revistas literarias en línea pueden darse el lujo de mantener una convocatoria permanente para que nuevos colaboradores se unan a sus proyectos. Al no tener una restricción presupuestaria, pues no incurren en gastos de impresión y distribución, pueden recibir nuevas colaboraciones y así dar a conocer nuevos talentos. Esto les permite mantenerse frescas y tener siempre algo interesante qué ofrecer, además de que animan a los colaboradores ocasionales a dar difusión a sus proyectos.
Pienso que estas dos características, la colaboración inmediata y el no estar restringidas monetariamente, hace que las revistas literarias en línea tengan una oferta más amplia, con mayor alcance, y con nuevas posibilidades para los creadores 2.0, pues el medio da como para crear más allá de las letras, haciendo uso de video, audio y otros recursos que tiene Internet. La inmediatez, el estar conectados en «tiempo real», permite además una interacción con la audiencia que tiende a la mejora continua de la publicación al permitir una conversación más horizontal con los lectores.
¿Las revistas literarias en línea harán desaparecer a sus hermanas mayores en papel? Lo dudo: para cada una hay audiencias específicas que gustan de uno y otro estilo. Tampoco creo que veamos una proliferación de estas publicaciones en Internet, pues como en cualquier ecosistema, sólo las que se adapten a los nuevos desafíos, podrán sobrevivir.
Y antes de terminar, les dejo dos recomendaciones de revistas literarias en línea que no se pueden perder: una es Sea Breve, por favor (http://seabreveporfavor.com/) un espacio de microliteratura que llevó el dinamismo y brevedad de Twitter a textos un poco más extensos pero igualmente cortos, de fácil lectura en línea. La segunda es Con Fábula (http://con-fabula.blogspot.com/), una blogrevista literaria semanal creada por tuiteros de diversos puntos de Iberoamérica, y que incluye no sólo poesía y narrativa, sino que incursiona en otros productos audiovisuales interesantes. ¿Quién sabe? Seguro entre sus colaboradores está una gran generación de escritores. ¡Disfrútenlas!~
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