NAGARA: Yo iba a ser Homero
La verdadera catástrofe es que las cosas permanezcan exactamente como están.
1.
ese pauloleminski
es un perro loco
al que hay que matar
con palos con piedras
con fuego e
sino es muy capaz
el hijoputa
de hacer llover
en nuestra barbacoa**
Por una cuestión familiar, mis diálogos fluyen a través de las preguntas.
Así que mientras leo a este perro loco, las preguntas llegan, algunas se borran, otras se cuelgan de las líneas.
¿Por qué en las distintas repúblicas de las letras a sus habitantes les gusta comer barbacoa con buen tiempo? ¿Odian los paraguas o las tempestades? ¿Detestan a los perros en general o solo los que tienen problemas mentales?
2.
En la solapa de Yo iba a ser Homero (Kriller71, 2014) se lee que la obra de Paulo Leminski estaba inédita en España. Pienso en la situación de esa obra en México. Únicamente soy capaz de imaginar a un grupo de muchachos escondidos debajo de un Valiant 79 repitiendo un extraño apellido que no les sueña sudamericano ni brasileño:
Leminski: lémur + whiski.
Estos muchachos están sucios de aceite, durante su niñez les han convencido de que cada uno de ellos es una persona, que en sus cuerpos no hay la posibilidad de ser muchos, de ser múltiples. Intuyen que ese señor Quevedo estaba equivocado al escribir aquello de es un fue, y un será, y un es cansado y una presente sucesión de difuntos. A estos jóvenes también se les inculcó el mito de la identidad y el autoconocimiento. Así que cuando para este grupo deje de ser desconocida la obra de Leminski auguro un montón de golpes de su cabeza contra la parte inferior del Valiant:
contranarciso
en mí
yo veo al otro
y otro
y otro
en fin decenas
trenes pasando
vagones llenos de gente
centenas
3.
En la película Caro diario dos hombres visitan una isla donde los hijos ejercen una dictadura contra sus padres.
No es difícil encontrar el inicio de esto si contemplamos a una madre que al escuchar a su hija imagina que está ante un prodigio.
Pocos son los que pueden soportar el peso y la densidad de las esperanzas de sus padres.
El futuro se frustra e inicia en cada generación.
un día
uno iba a ser homero
la obra nada menos que una ilíada
después
las cosas complicándose
se podía ser un rimbaud
un ungaretti un fernando pessoa cualquiera
un lorca un éluard un ginsberg
al final
terminamos el pequeño poeta de provincia
que siempre fuimos
detrás de tantas máscaras
que el tiempo trató como flores
¿Qué forma existe detrás de esa multiplicación del yo? ¿Qué es esa voz que escuchamos cuando hablamos? ¿Qué son esas máscaras y esas flores? ¿Qué esa ternura y esa crudeza que nos muestra Leminski?
[pullquote]La verdadera catástrofe es que las cosas permanezcan exactamente como están. [/pullquote]
4.
Ahora hagamos un close-up a uno de los muchachos. Tiene 17 años. Está por terminar la educación básica. En el papel tiene la oportunidad de continuar sus estudios en una universidad pública. Imaginemos que esta persona elige ser escritor. Hay varios caminos. Elegir la carrera de letras, dedicarse a la docencia o a la investigación. La Academia + una novela o una serie de poemarios. O elegir los múltiples apoyos gubernamentales: becas, premios o intercambios. En este último hay un mecanismo que muchos de los actuales escritores mexicanos desearían borrar: Uno de los aparatos del sistema político reconoce el trabajo creador y brinda un apoyo económico, el escritor al aceptar este apoyo reconoce a su vez que la gestión de dicho aparato del sistema funciona. La legitimización ocurre en ambos sentidos. En el prólogo de Yo iba a ser un Homero hay una cita de Silvina Rodrigues Lopes que va en este mismo sentido, para ella Leminski enfrenta la domesticación del poeta: «Cuando un escritor acepta el lugar del símbolo, disponiéndose a ser homenajeado por el poder político, acepta una forma de cooperación con el enemigo, colocándose a sí mismo en contra de la obra que ha escrito, si es que esta existe.»
Alejemos la cámara del muchacho.
Veamos que sigue oculto debajo del Valiant.
me gustaría tanto
ser un poeta maldito
el pueblo sufriendo
mientras yo profundo medito
me gustaría tanto
ser un poeta social
rostro quemado
por el aliento de las multitudes
en cambio
aquí me ves
echándole sal
a esta sopa rala
que mal alcanzará para dos
¿Otro camino que no vincule el reconocimiento? ¿La invisibilidad del escritor?
5.
En el escritorio cada objeto tiene una marca que lo vincula con una multinacional. Excepto una libreta que Carolina me hizo con papel reciclado. Lo demás es un producto sujeto a la publicidad. Objetos para hacer confortables mis 6 horas de oficina. Para hacerme olvidar que allá afuera la realidad está en llamas, que dentro, mis páncreas y mis pulmones se pudren. Objetos para anestesiarme, para evitar los slogans contra lo que considero mi existencia:
la vida son las vacas
que pones en el río
para atraer a las pirañas
mientras los bueyes pasan
¿Quiénes son las pirañas? ¿Qué ruidos hacen? ¿Alguna vez alguien ha intentado hacer una barbacoa de piraña? Y ¿quiénes son esos bueyes? ¿Hacia dónde pasan? ¿Van a presenciar a los que preparan el día de campo, a esos que estarían encantados de que lo que tiene vida y respira se quedara inmóvil y dejara de conspirar? ¿Leminski leyó a Nicanor Parra o al revés: «Ordenar una vaca / y tirarle la leche por la cabeza»?
6.
Los perros locos –durante los últimos siglos de bestsellers y blockbusters- corren peligro. No por su insania o su bestialidad. Sino debido a los biógrafos y al público que exigen la redención y la epifanía. Si Disney se interesara por Li Bai no habría río, no habría horca para Villon. Nuestras sociedades demandan que los desafiantes regresen.
Unos pocos son los que mantienen el gesto de la lengua de fuera:
ayer tuve la impresión
de que dios quiso hablar conmigo
pero no le di oídos
¿quién soy yo para hablar con dios?
él que cuide de sus asuntos
yo cuido de los míos
Yo iba a ser Homero, Paulo Leminski
Antología Poética, Kriller 71 Ediciones.~
** Los poemas o fragmentos en distinta tipografía pertenecen a Paulo Leminski
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