NAGARA: Los bolsillos llenos de aspas de ventilador y llaves stillson

«No está muy bien de la cabeza. Se le nota. A veces lleva los bolsillos llenos de aspas de ventiladores o de llaves stillson.» Jorge Posada sobre Rafael Espinosa.

 

1. Noticieros y estática

Un adulto que solo de niño viajó mantiene preparadas seis maletas para varios meses: ropa de verano y de invierno, libros para las aduanas, cámaras fotográficas, medicamentos, diccionarios, el pasaporte y las visas. No conoce el aeropuerto de su ciudad. Odia los autobuses. No sabe conducir. Su trabajo queda a tres cuadras de su casa. Este hombre se llama Rafael Espinosa y es mi vecino. Por las madrugadas escucha noticiarios y la estática radial. Hace días me invitó a su piso, me mostró cada cuarto y como gran final sus valijas. Lo que más me sorprendió fue que en los compartimientos ocultos había de cajas de cristal.

2. Primera caja: radiografías y estudios clínicos de Los Hombre Rana

Por fuera la caja tiene paisajes egipcios: las pirámides y el río. Dentro hay imágenes de Los Hombres Rana. También sus radiografías y expedientes clínicos desde el año 2000. Le pregunté a Rafael quiénes eran esos tipos que parecían más buzos mutantes o burócratas extraviados y excéntricos.

Rafael no sabe qué responder pero me dice que transcribió algunas de las conversaciones que mantiene con ellos y las reflexiones subsiguientes. Rafael asegura que cuando Los Hombres Rana aparecen la situación se convierte en un deja vú, en un laberinto que implica esa acuarela de paredes falsas que llamamos presente.

«Pueden venir los reporteros,
pueden venir los artistas visuales,
sus egos en bolsas plásticas
con la doble ganga de que una imagen
de devastación sea a un tiempo
una escultura efímera» *

3. Menú vegetariano

Rafael es el vigilante nocturno del zoológico. Lo conocí en los remates de ropa de segunda mano. No está muy bien de la cabeza. Se le nota. A veces lleva los bolsillos llenos de aspas de ventiladores o de llaves stillson. El día del remate me despide con:

«Y estoy
recordando: mi tarea se asemejaba
a la de un carguero, estar en apuro siempre,
colmado de materiales distintos. Rumbo
al mismo menú vegetariano, mi fracaso vence mis hombros
con la delicadeza de un don inoportuno. Me
consuelo imaginándome a la deriva
aguas adentro donde el vacío no se discierne
de la fecundidad y la tersura y la intriga prosiguen,
para ampollarnos los brazos de nuevo.»

4. Máquina de identidades

Las primeras impresiones de los textos de Rafael Espinosa: un camaleón cibernético, un detective paranoico aficionado a travestirse, una máquina de identidades, un doble de Roschard.

5. Marsupiales

Una caja violeta contiene una película donde Espinosa está en la jaula de los marsupiales. Insulta a sus jefes. Exige aumento de salario y prestaciones sanitarias. Cuando la policía rompe las cadenas a las que estaba sujeto,  Rafael dice su nombre, el lugar de sus lunares y:

«Ahora
que es política de Estado amar a los perros,
por qué no se abrazan al busto de una liebre
y lloran y lloran lo posible que no fue.»

6. Guantes de hule y almohadas

En la caja más pequeña, Rafael me permite escribir: Al igual que en Dickinson y Simic, la obra de Espinosa es un puzzle donde las piezas están hechas de tiempo y de los objetos que las personas desechan sin remordimientos (guantes de hule, almohadas, un santo de yeso que se quebró). Para Espinosa ninguna de esas figuras es más importante que la otra, incluso, cuando en ella esté impresa la palabra dios, la ley de la gravitación universal o «un par de políticos con motosierra».

7. Por qué preguntarse para qué

El número de cajas es enorme. No comprendo cómo pueden permanecer sin romperse en las maletas. Incluso afuera no sé cómo es posible que no desborden el departamento o el edificio. Rafael me explica que es uno de los trucos de los Hombres Rana, quizá el más sencillo y sin importancia.

«También
podemos inventarle al paisaje forma de vaca.
Por qué preguntarse para qué.»

8. El que tropieza o recibe pastelazos

Conforme avanzo en los textos descubro que Espinosa es el primer comediante con espectáculos asegurados y vendidos en los escenarios más lujosos de la galaxia. Es un actor que utiliza su corbata metafísica, sus calzoncillos y calcetines de ansiedad para reírse e intentar desmayarnos a carcajadas con su show.

El científico muestra sus camisas sucias de miseria como quien se tropieza:

«Él me dijo: quisiera ser un alien. Yo le dije:
quisiera ser un hombre. Urdamos
un plan secreto un tendido
eléctrico».

El chef que recibe pastelazos:

«Vine con la promesa de que clasificaría tipos de pastas
y en cambio me dispusieron cablear un territorio de pastores”».

El licenciado que se traga un manojo de cachetadas en el trampolín pero sin perder el ritmo:

«Entonces

aparecen los muertos, los catatónicos y los vigoréxicos, todavía
más numerosos que los lameculos y
la fiesta se vuelve una celebración en que los arbustos adoptan

una postura de decapitados.»

El mecánico que crea un caos al llevar los zapatos al revés:

«Bueno habría sido prenderse un escorpión negro en el cuello.
Habría sido aparte un gran paso para incluir la desesperación
entre los diseños de moda. Habría sido elegante
y lo lamento.»

Espinosa es un experto en parodiar la inteligencia y la ironía. En su discurso caben vaciaderos de basura y tradición (bodegas y sótanos con enciclopedias acedas, con los archivos más completos de tuiter), en la superficie de sus palabras se refleja la perplejidad del peruanismo y la exploración territorial de Ashbery.

9. «Dormir como lo contrario a resucitar» respondió Rafael cuando le pregunté por qué no compraba un pasaje a cualquier destino sin olvidar que «ese lugar puede ser un restaurante llamado paraíso»

Espinosa al escuchar esa propuesta se ofendió pero no me pidió que dejara su casa. Guardó las cajas en la maleta. Cambio de ropa y de peinado. Sirvió dos tazas de chocolate y me dijo que estaba aguardando su viaje con Los Hombres Rana. Se puso muy serio y me dijo que quizá su lavadora sería su medio de transporte. Me despedí. Rafael me regaló una pegatina para mi auto:

«Es tan simple
saber que sobreviviré siquiera hasta
que se haya degradado el último
de los desechos plásticos y que todavía
después mi estupor quedará resonando
junto a los que se inyectan en la madrugada»

No le dije que tampoco aprendí a conducir y que en 2008 el Gobierno mexicano me prohibió adquirir cualquier vehículo con motor de combustión interna.~

* Las citas pertenecen al libro de Rafael Espinosa (Perú, 1962) Los hombres rana. Álbum del Universo Bakterial. Perú.