NAGARA: ¿Conoces una definición de la palabra Azar que te convenza?
Nagara, columna sobre poesía de Jorge Posada.
Indeterminación.
John Cage.
Zindo & Gafuri, 2013.
Traducción Patricio Grinberg.
1. El sello de recibido lleva tus siglas.
Desde hace años envío cartas a distintas editoriales sugiriéndoles la publicación de El Gran Álbum de Escritores. En las misivas les sugiero las posibles fotografías de cada autor. Solo en una ocasión he recibido respuesta. El gerente de marketing de Seix-Barral me aseguró que la imagen correspondiente a John Cage era inexacta. “Un hombre sosteniendo un metrónomo frente a un edificio durante su derrumbe no es el retrato que yo utilizaría”.
Poco después de
la muerte de mi padre,
yo
estaba hablando con
mi madre.
Yo
le sugería que
viajara al oeste
a visitar a
los parientes.
Le dije,
“Vas a pasarla
bien.” Ella
me respondió
rápido.
“Pero, John,
vos
sabés perfectamente bien
que a mí
nunca me gustó
pasarla bien.”
2. Una traducción con una gomita de tinta, una hormiga negra y otra colorada, en otras circunstancias se calificaría como una provocación.
Un grupo de espeleólogos lleva atrapado nueve días en una gruta.
Tienen suficientes víveres para dos semanas. Ese aspecto no los preocupa, sino los pocos elementos para evitar el aburrimiento. La conversación, los juegos de los celulares y un libro que alguien trajo en su mochila son sus únicos elementos. El título del volumen les resulta irónico: Intedeterminación.
En la superficie deben tener ya el status de perdidos.
Ahí, en el subsuelo, ellos se sienten protegidos –algunos incluso sinceramente contentos.
Antes de irse a dormir cada uno lee en voz alta alguna página.
Uno de los libros de Suzuki
termina
con el texto
poético de un monje japonés
que describe su alcanzar
la iluminación.
El último poema dice:
“Aho
ra que estoy
iluminado,
soy tan desdichado como siempre.”
“Cage, no es lo que yo llamaría un poeta prozac”, opina uno de los espeleólogos antes de acurrucarse.
3. Gire la silla con cuidado. En un segundo le pondré la anestesia.
Los dentistas son un ejemplo de personas que no tiran las antigüedades.
En la sala de espera la revista más reciente es de hace cuarenta años.
Qué joviales y eficientes parecen los políticos en los reportajes del corazón antes de asumir los ministerios. Qué guapos resultan Kempes y Caniggia dentro del once ideal de la selección argentina en un número de finales de siglo de Sports Illustrated.
Entre los vejestorios hay un folletín histórico que se titula: “Los grandes revolucionarios de la música”. Los nombres están ordenados alfabéticamente. Stravinsky es el que cuenta con más líneas. Ligeti solo la fecha de nacimiento. En el párrafo dedicado a Cage, John no se menciona la tina llena de calcetines sin remedar que presidía su cocina.
En Navidad
mi madre dijo,
“Escuché
tu disco muchas
veces.
Después
de escuchar todas esas historias sobre
tu infancia,
no dejo de
preguntarme,
‘¿Dónde
fue que me equivoqué?'”
4. Cummins Inc.
Mi padre era proveedor en una compañía de motores. De lunes a sábado lo pasaba en la carretera. Travesías al norte y al occidente del país. Los domingos no salía de su cuarto. Ahí lo visitábamos. Para mí era como hablar con un espía: alguien que no responde las preguntas y regala dulces que no existen en las tiendas del barrio.
Durante el verano era impensable salir de vacaciones. Él decía que estaba cansado de no estar en su casa.
Luego perdió el trabajo. Durante cinco años no consiguió ningún salario, situación que imposibilitó cualquier viaje.
Hubo en Hawai una
conferencia internacional de
filósofos sobre el
tema de la realidad.
Por
tres días Daisetz Teitaro
Suzuki no dijo nada.
Finalmente el moderador lo
miró y le preguntó,
¿Diría
usted que esta silla
alrededor de la cual estamos sentados
es real?”
Suzuki levantó su cabeza
y dijo Sí.
El
moderador preguntó en qué
sentido Suzuki pensaba que la
mesa era real.
Suzuki dijo,
“En todo sentido.”
5. Un mínimo de educación es lo que pido siempre.
¿No te parece descortés su llegada? Qué tal que estás en el bidet o cortándote las uñas o con esa playera que debías haber tirado hace tres décadas. Imagina que estás limpiándote la nariz y Él aparece. Debería mandar un correo electrónico con unas horas de anticipo por lo menos, para uno poder rasurarse las piernas. Eso de llegar así, de repente, me parece de peladitos, de gente sin respeto.
Mi abuela era a veces muy
sorda y en otros momentos,
particularmente cuando alguien
estaba hablando de ella,
no era sorda para nada.
Un domingo estaba sentada
en la sala justo
frente a la radio.
Estaba escuchando un sermón tan
Alto que podía escucharse
a cuadras a la redonda.
Y sin embargo estaba profundamente dormida
y roncaba.
Entré en la sala en puntas de pie,
esperando
tomar un manuscrito que estaba sobre
el piano y salir de nuevo
sin despertarla.
Casi lo consigo.
Pero cuando llegué
a la puerta, la
radio se apagó y
mi abuela de pronto dijo:
“¿John, estás listo para
la segunda venida del Señor?”
6. Afortunadamente la postmodernidad terminará un día.
Usted es de los que se ríe de los filósofos de la Edad Media. De los que usan la palabra oscurantismo para definir esos siglos. ¿Qué me respondería si le dijera que las ciencias de nuestro tiempo confirman algunas de las intuiciones más profundas y brillantes de esos sabios? ¿Le resulta divertida aquella hipótesis que proponía que dentro de cada uno de nosotros había músicos divinos e infernales que ejecutaban una cadencia infinita?
Fue después de haber llegado a Boston
que fui a la
cámara anecóica en la universidad
de Harvard.
Todos los que me conocen conocen
esta historia.
La cuento constantemente.
De todos modos,
en esa habitación silenciosa,
escuché dos sonidos,
uno agudo y
uno grave.
Después le pregunté al ingeniero a
cargo por qué si la habitación
era tan silenciosa,
había escuchado dos sonidos.
Él dijo,
“Descríbalos.” Lo
hice. Él dijo,
“El agudo
era su sistema nervioso
operando.
El grave era
su sangre circulando.”
7. Nunca fui a una escuela de Escritura Creativa. Habría reprobado la Clase de Reseñas.
Te lo aseguro no somos la única pareja a la que le ocurren cosas curiosas. Le dije luego de encontrar quince zapatos derechos en el armario.
Alex y Gretchen Corazzo
pasaron mucho tiempo
pensando si debían o no
asistir al funeral
de un amigo cercano.
En el último
minuto decidieron que
irían.
Se vistieron apurados,
salieron corriendo de
la casa, llegaron
tarde; el
servicio ya había empezado.
Se sentaron
al fondo de la capilla.
Cuando
llegó la invitación para ver
el cuerpo,
volvieron a discutir,
finalmente decidieron
hacerlo.
Al llegar al ataúd,
descubrieron que
estaban en el funeral equivocado.
~
Leave a Comment