Debajo de las piedras hay piedras
La vida de una desempleada en plena crisis, es todo, menos desempleada, aunque sí, crítica. El ocio se te agria y se transforma en demora de sala de espera de urgencias. La gran vida, que lo asalariados idealizan, comienza temprano, minuto menos que más, entre sudores fríos, con la angustia de que se ha caducado otro mes más, pasado, mustio, chuchurrido. Ni entrevistas, ni llamadas, ni brotes verdes, ni capullo de alelí. Sola en el espacio gutural…
Antes de que mi sagrado té matutino me caliente la esperanza hecha cubitos, estoy delante del portátil, con el pijama, los malos pelos puestos, revisando uno de los portales de empleo, con una precisión y sigilo, dignos, del último samuray que sale de un circuito relax spa. No hay nada que pase desapercibido a mis instintos. He aprendido a distinguir lo auténtico del papel maché, hasta de las ofertas más ornamentadas. Me he hecho una escéptica experta en ciencias ocultas. Donde está escrito “carnet de conducir”, mis sentidos perciben “no hay empleo de vendedor de seguros sin la póliza de tu coche, tu coche y tu gasolina”. Descubro que en “no se requiere experiencia ni estudios”, se esconde, en realidad, “telefonistas, estafadas/estafadoras, que desbaratan la siesta, a precio de comisión”. Cuando en la descripción aparece, “buen ambiente de trabajo” siento, intensamente, “el bullicio bajo un techo de uralita, sin aire acondicionado, ni de ventana, al más puro estilo taller de balones en la sección infantil”. Y el don no acaba aquí. Más allá de los anuncios de comerciales y teleoperadoras, las ofertas serias, lógicas, de los portales de empleo, están más deshabitadas que una casa encantada, en la cima de un acantilado, en una noche de rayos y truenos. Aunque leas requisitos, experiencia y salario, son tinta invisible, una quimera. Al principio, el placebo te excorciza la esperanza, la descongela. Pero, estos son anuncios errantes, que llevan deambulando por el portal de empleo meses. Es posible que hayan ya jubilado al candidato seleccionado, long time ago. Cuando te tropiezas con la misma propuesta, una docena de veces, el efecto rebote, o frío polar, vuelve a calarte hasta el centro. Consulta con tu médico de cabecera, tu psicólogo o tu brujo chamán. Los potales de empleo está malditos, vacíos, mentirosos. Esta temporada no hay público, por más alto que saltes. Hay que dejar estos dominios tan acogedores, de chimenea crepitante, porque sales más jorobado de la que entraste. Me largo arrastrando las zapatillas de casa… fis-fis-fis-fis…
Bajo el cielo raso, brilla Google. Hago todo tipo de indagaciones en el buscador. Lo bueno de no tener empleo es que, aun, puedes ser todo. Comienzo con los clásicos y entrecomillo: “trabajo inglés Málaga”, “trabajo Málaga” . Expando sin decoro: “trabajo inglés España”, “trabajo España”. Alargo y emigro, como mis ancestros: “Spanish jobs UK”, “Spanish jobs USA” “Spanish jobs wherever and ever”. A demanda: “trabajo ingles movilidad geográfica”. Gimoteo: “trabajo movilidad universal-interplalenetaria por favor”.
Después de constatar que, everywhere cuecen habas, escribo en Google mi última adquisición, selección o excentricidad: “trabajo escritor”, “trabajo, redactor”. He hecho traducciones, pero nunca he ganado dinero escribiendo sin llevar nada puesto. Jamás he podido trabajar en un medio. Soy licenciada en Comunciación Audiovisual y virgen. El inglés, que me da de to eat, me viene acoplado. En el sur de Andalucía no hay muchas CNNs, ni Le Mondes, ni Diarios El Países, con sus restructuraciones de plantilla y todo. Ni eso. Lo poco y malo que existe, hoy hace aguas con esta depresión. Pero, actualmente, hay mucha demanda de escritores en internet, e internet no solo tiene sede en Málaga. Ahora bien, el sueldo medio es de 4 euros/ artículo. Denigrante. Cómico. Puede ser peor y sé bien de lo que hablo.
Hace 2 días me “seleccionó” un tipo que buscaba redactor para su blog de viajes. Pagaba más que la media y prometía alargar la cifra y convertirte en miembro de su plantilla, con el tiempo. Era la primera vez que respondía a una oferta de empleo de redactor, así que, cuando me escribió de vuelta, el ego me hizo chiribitas. Se había reído mucho con el “Run run “ y elogiaba mi estilo. (Ego cegador). Me había seleccionado después de leer unos 70 blogs!! (EEEHHH!!!!!)…. Pero, después de laureármelo todo, todo, y de un ridículo punto y seguido – ni siquiera uno aparte-, me suelta que no era la única elegida y honrada . Había algunos candidatos más a Miss Blog de Viajes. (Uummm… Dudas de ego) Nunca he llevado bien el amor a 2 bandas, no digamos a 3 o a 10. Aun así, decidí continuar. El sueño de ser mini recompensada por realizar algo que me gustaba, por primera vez en mi vitae, me deslumbró y atolondró. En el párrafo siguiente, me describía una prueba práctica, que debía sortear, para probar que mi inteligencia y personalidad era más arrebatadora que las del resto de aspirantes, y dignas de banda.
“Debes escribir un post, de entre 300 y 400 palabras, de un aspecto de Bogotá” ¿¿¡¡Bogotá?!!! Lo más cerca que había estado de Colombia era en las Hips de Shakira que don´t lie y que, además, son de Barranquilla. García Márquez, Cartagena de Indias, Álvaro Uribe, las FARC, eran una parte muy remota y disléxica de mi cultura. La habilidad de escribir sobre algo de lo que no tienes ni idea, como si lo hicieras del patio de tu casa, es engorrosa, pero me puse cabeza y cara de reto. Ya sabéis, neuronas espabiladas, ojos encogidos y labios prietos. Me leí la Wikipedia, errores incluidos, entera, y más de un blog de viajes de la competencia. Me vi “Españoles por el Mundo” en Bogotá y arrabales. Revisé las biografía de ilustres colombianos y hasta las frases célebres Gabriel G. Márquez. Tampoco la ciudad era fácil, ni se dejaba. Un país en pleno Caribe, y Bogotá era un destino frío y lluvioso. Finalmente, extenuada, bogotada, acabé de escribir el artículo. Estaba muy satisfecha y se lo envié antes del tiempo establecido para causar buena impresión. La respuesta se hizo esperar. A los 2 días, con el mosqueo a punto del derrame, me mandó un email muy cariñoso, o como diría mi amiga Alicia, muy suavón. En él me exponía que su selección había sido muy difícil, pero que me dejaba por otro más ingenioso y guapo… (Hecho añicos… Recogedor… )…
Tras unos instante de reproches, replicas, insultos y gritos internos, regresé a la superficie. Respiré profundo y me persuadí, a mi-conmigo misma, de que no había ido tan mal para ser mi primera vez. Por lo menos, había acabado la maratón, aunque fuera a lo Gabrielle Andersen. Con una media sonrisa, llamé a un amigo, por teléfono, para relatarle los pormenores de la transacción fallida. Mi amigo, con un atropello de tertulia de Tele Cinco, me interrumpió, sin dejarme acabar. Con mis palabras aun colgando, me dijo rotundo, como suele y duele: “Seguro que ese tipo ahora tiene 70 artículos igual que el tuyo pero de diferentes ciudades. Le habéis escrito el blog hasta el año que viene, y sin, ni siquiera, gastarse unos pocos euros”.
Cáspita!! Yo y mi naifismo. ¿Por qué, a veces, soy tan cándida, si el mundo no me ha hecho así? !!€!!)&=)=¿*+ª*&?•$%”!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
No está nada fácil. En este circo-parada de los monstruos hay que ser muy acróbata para que no te cacen con red. Si haces piruetas en el trapecio, no debes bajar de Burt Lancasterth Grade. Pero, aunque parezca tensa, el contorsionismo es mi especialidad y tengo el run run engrasado. Ya encontraré recovecos, poco accesibles, y pasadizos secretos en Google o en el Camposato Infojobs. Entre las piedras, sobre el cesped verde, en tierra batida o dura. Rezad una oración por mi elasticidad.~
Lo de los portales de empleo parece una peli de George Romero, con tanto anuncio Zombie reapareciendo… supongo que también estarán sufriendo el pinchazo de su particular burbuja.