La modernización de la educación
Corren tiempos duros para todo el mundo. Instituciones como la familia, el gobierno, la empresa, la Iglesia, se enfrentan a cambios en el mundo y en la sociedad impulsados por los veloces cambios que estamos experimentando a nivel global.
Crisis energética, la explosión de Internet, expansionismo militar y religioso en numerosos países, desastres medioambientales, una profunda crisis de valores, el auge de Asia y el declive de Europa… son sólo unos cuantos ejemplos que hacen que, sumados, el ser humano se enfrente a cambios que ninguna institución podrá manejar de continuar con los mismos esquemas de pensamiento con el que fueron ideadas. La educación no es una excepción.
Uno de los mayores desafíos al que se enfrentan las instituciones mundiales, y las europeas y españolas no son una excepción, es el lograr adaptar la educación a los cambios sociales, tecnológicos y económicos que estamos sufriendo.
Mantener colegios, escuelas, institutos, universidades y centros de posgrado que no estén adaptados a los tiempos supondrá, sin lugar a dudas, un retraso considerable en la adaptación al nuevo mundo en el que ya nos encontramos inmersos.
En fin del aprendizaje memorístico. Tradicionalmente, las escuelas y colegios han compartido un modelo común, basado en las clases por edades, y en una serie de programas comunes en asignatura comunes.
Este modelo, si bien dio como resultado la difusión universal de la educación infantil, y la alfabetización de casi toda la población joven europea se encuentra ahora en una crisis que no se le escapa a casi nadie. Esto, unido a la pérdida de valores que nuestra sociedad está imprimiendo en nuestros jóvenes y niños, está llevando una situación de abandono de las aulas, y a una glorificación del mal comportamiento y de la falta de esfuerzo. Es por ello necesario, que tanto el estado, como las comunidades autónomas, como las instituciones europeas, comiencen a plantearse qué cambios son necesarios para corregir esta tendencia creciente y extendida.
Y es necesario por varios motivos. Dos de los más importantes son garantizar un futuro a nuestros hijos, del que ellos deben formar parte, y la imperativa necesidad de conseguir una generación de trabajadores, empresarios, ingenieros , artistas, etc. adaptada a un mundo cada vez más competitivo y cada día más duro.
Por su bien, y por el nuestro, las instituciones públicas deben encontrar el camino para reformar el sistema educativo.
Y algunos autores han dado ya algunas pistas de por dónde deben ir estos cambios. Crear clases que no estén agrupadas en función de la edad, sino de la capacidad e intereses, lo cual pasa por una medición de sus aptitudes y en una toma de conciencia de que los mismos niños, a medida que crecen, deben ir tomando las decisiones sobre hacia donde quieren dirigir sus vidas, aconsejados por expertos, padres y toda la amplia variedad de fuentes que Internet nos ofrece.
Porque Internet misma, ha cambiado la forma en la que los ciudadanos interactuamos con el medio, y con la sociedad, y esto no es más cierto que en nuestras generaciones más jóvenes.
¿De qué sirve un sistema educativo – preguntan Alvin y Heidi Toffler – en un mundo en el que el conocimiento de toda la Humanidad puede estar al alcance de unos pocos clicks de ratón? Seguir manteniendo a los niños inmersos en un sistema de aprendizaje basado en la memorización es un grave error, que muchos de nosotros hemos sufrido en nuestras propias carnes.
En su lugar, los programas educativos deben potenciar la exploración del mundo por parte de los propios niños, haciendo que ellos mismos se eduquen en función de sus intereses y capacidades, mediante la guía de un profesor y tutores especializados, que les ayuden a solventar los problemas que se les planteen, que serán muchos.
Pero este sistema, que educará en la superación, y en la autoformación, que reforzará las capacidades de razonamiento, educará el pensamiento, y fortalecerá capacidades como la empatía, la curiosidad, y el desarrollo, permitirá a nuestros niños conocer el mundo de formas que nosotros sólo hemos soñado, con una profundidad que aprovechará su insaciable curiosidad para mostrarles lo que pueden hacer, y ayudándoles a que lo logren.
Internet y la red del conocimiento. La educación, así mismo, debe basar su evolución en la herramienta más poderosa de la que las nuevas tecnologías nos han dotado para conocer el mundo, y cambiarlo. Internet y los ordenadores.
El mundo del futuro pasa por un dominio de las nuevas tecnologías, no sólo de computación, sino en áreas como las ciencias de la vida, las sociales, etc.
Relegar el papel y el alcance de las escuelas a cuatro o cinco libros de texto, y un par de novelas o libros de poesía por curso es poner a los colegios en seria desventaja a la hora de influir en la educación e los niños frente a Internet, las televisiones, los videojuegos o los teléfonos móviles. Con el agravante de que las clases son mucho más aburridas y que estos últimos tratan a los niños como lo que quieren ser, adultos de pleno derecho.
Es necesario introducir Internet en las aulas, no como una asignatura, sino como el pilar fundamental de la educación. Como un elemento imprescindible que, guiado por los adultos y profesores, sirva al niño para acceder a la mayor base de conocimiento de la historia de la humanidad, y para responder a las preguntas que sus propias mentes elaboren.
Los nuevos tipos de educación. Escuchaba el otro día en la radio el caso de unas familias que han decidido educar a sus niños en casa. Con lo que eso significa de dar la espalda a un sistema público cada vez más viciado e ineficaz.
En el futuro, serán las propias familias, en consenso con los propios niños, quienes les guíen en su camino para aprender cómo sobrevivir en esta sociedad, y como triunfar en ella en las áreas y actividades que habrán elegido.
Esto pasa por numerosos problemas, claro, el menor de los cuales no es el rechazo de algunos profesores temerosos de los cambios, o la falta de amor al esfuerzo, enseñados en la mayoría de los hogares.
Pero no termina aquí la evolución educativa fuera de la escuela. Es importante comprender los cambios demográficos y geográficos que la inmigración y la propia red de redes están planteado.
La abolición de facto de fronteras, la supresión del espacio y las distancias, permiten ampliar los programas culturales y los planes de estudio para que se creen lazos de colaboración entre escuelas de todo el mundo. ¿Por qué no hacer la clase de inglés mediante videoconferencias individuales a través de Internet con escuelas inglesas que estén dando una clase de castellano? ¿Por qué no crear programas conjuntos con escuelas de países en desarrollo que muestren a los niños europeos a un nivel práctico cosas como la diversidad cultural, el medioambiente, la geografía, etc.? ¿Y que sirvan al tiempo para que los niños de los inmigrantes puedan ampliar si visión del mundo también? ¿O que esos mismos niños permitan a los jóvenes de países de Latinoamérica, África o Asia acceder a un sistema de aprendizaje mutuo que les eduque no sólo formativamente, sino en una nueva conciencia de solidaridad?
La Universidad y el posgrado. La educación superior también debe adaptarse a los cambios, mediante una apuesta por la unión de Universidad y empresa, y la abolición de muchas asignaturas inútiles.
Una de las cosas que recuerdo de mi paso por la universidad eran las asignaturas memorísticas. Si una persona, de verdad siente curiosidad e interés por esa área, debe poder acceder a todos los conocimientos disponibles sobre ella, pero obligar a su estudio, cuando este es en la práctica totalmente accesorio, no tiene ningún sentido.
Es cierto que la Universidad sirve de escaparate a las empresas para marcar a aquellos estudiantes con esfuerzo de superación en determinadas áreas, pero eso no cambiaría con un cambio radical en los planes de estudio. Al contrario, fortalecería esta tarea, pues una empresa que buscase un financiero, un ingeniero, o un abogado sabría que ha recibido mucha más información práctica, y que no habría realizado asignaturas que no aportan valor a su formación.
Con un simple vistazo al expediente académico, una empresa podría conocer los intereses y capacidades de un futuro empleado, sine enfrentarse a sistemas masificados que uniformizan a las personas que, en esencia, somos distintas.
De la misma forma, Masters y cursos de posgrado deberían permitir a los alumnos hacerse su propio programa de una base de datos de asignaturas a elegir. Dar mayor autonomía a los planes de estudio personalizados, e incluso permitir las prácticas en áreas o empresas que pudiesen tener interés para la formación, para dar una visión más global, o para desarrollar el pensamiento paralelo.
El post-postgrado. El ser humano, y en mayor medida las sociedades occidentales, se enfrentan a cambios generacionales, demográficos y en la esperanza de vida que llevarán a un necesario cambio en el período de vida laboral de sus ciudadanos. Con esperanzas de vida más altas, será necesario incentivar que éstos creen mayor cantidad de riqueza, y que lo hagan durante mayor tiempo, para sostener el estado del bienestar.
Eso requiere a su vez formación y educación para los mismos trabajadores por dos cuestiones básicas.
La primera, para adaptar al trabajador y a los mismos empresarios a los cambios económicos y tecnológicos. Y lo segundo, para permitir que esta creación de riqueza trascienda el ámbito laboral tradicional, y se centre más en la aportación individual que cada persona desea hacer.
Es decir, la riqueza debe crearse no sólo en las empresas, sino que los mismos ciudadanos deben poder cambiar su vida laboral, reenfocándola hacia sus intereses, o hacia otras profesiones. El motivo es muy simple, alargar el período de vida laboral sin permitir que esta transcurra de una manera más acorde con los intereses personales es el camino más directo hacia una crisis social.
Por ello, la educación debe ser comprendida, e interpretada, como un largo camino que estará presente en toda la vida de cada persona, ayudándole en cada momento a conseguir sus metas, al tiempo que nos ayuda a afrontar los cambios que se están produciendo en el mundo, y sobre todo, a dirigirlos.
Problemas y obstáculos. No es fácil, y requiere un esfuerzo social por parte de gobiernos y familias. Educar en el respeto a los demás, y en el valor del esfuerzo es una asignatura que debe recaer no sólo en los profesores, sino también en los padres y hermanos.
Nos espera una tarea difícil, adaptar todo un sistema social y económico a los nuevos tiempos y nuevas tecnologías. Y eso pasa por cambiar el sistema educativo.
El premio es visible a pocos años vista. Un crecimiento económico brillante, respetuoso con el medioambiente, sociedades más ricas y diversas, clases sociales más preparadas y personas más felices y capaces de afrontar cualquier cambio que el mundo nos depare.
La educación de nuestros hijos no es un lujo, es una necesidad que parte del respeto a estos mismos niños.~
El romanticismo del sistema educativo platónico, basado en la idea del profesor-conductor de conocimientos que guía a alumno en su aprendizaje es una idea maravillosa que fundamenta la base del las leyes eduativas de los últimos 20 años.
Sin duda, enfrentarla al estilo aristotélico de contemplar al alumno como una vasija vacía que el docente debe llenar de conocimientos incrementa su poder de seducción. Descubrir el conocimiento por uno mismo: maravilloso.
Las consecuencias de los planes de estudios basados en la importancia de proceso frente al resultado nos ha llevado, entre otras cosas, a la falta de valor del esfuerzo individual, a la falta de disciplina en las aulas y a la ausencia de la sociedad en general de respeto a la figura del profesor.
Así, nos encontramos con aulas “heterogéneas” con alumnos totalmente desmotivados y sin ningún respeto por el orden.
Por otro lado, qué duda cabe, que e aprendizaje memorístico no aporta nada al alumno, prueba de ello es, que si nos hicieran ahora un examen de primero de BUP, suspenderíamos todos, por que lo aprendimos de memoria y sin emoción.
Y a la emoción es a donde quiero llegar. Está comprobado que lo que verdaderamente aprendemos está asociado a una emoción, qué maravilloso sería poder encender en nuestros alumnos la mecha de la emoción cuando descubren la historia del mundo, un poema o una grandiosa fórmula matemética, pero, decidme, cómo en una aula con más de treinta alumnos que se insultan entre sí, gritan y faltan al respeto al profesor y cuyos padres prohiben ejercer sobre ellos otra medida disciplinaria que enviarlos a su casa dos días a jugar con el ordenador, cómo, vamos a hablar de descubrir conocimientos cuando lo único quete queda es sobrevivir.
La crisis de la educación es una crisis de valores de nuestra sociedad. De unos padres que apenas ven a sus hijos tres horas al día y que prtenden compensar su ausencia consintiéndoles cualquier capricho.
Difícil, muy difícil.
Sería maravilloso contar con aulas de diez o quince alumnos, respetuosos, que se dejaran guiar, en el maravilloso procedimiento que es aprender algo nuevo.
Mientras tanto, es hablar por hablar.