La arquitectura como el vacío entre las cosas | Blog VozEd
Nos gustaría comenzar a hablar sobre la arquitectura pensando que la arquitectura no es lo que vemos, sino todo lo contrario, lo que no vemos, lo que no existe, lo que no es físico o presente sino lo que queda en el medio, nos explicamos:
Arquitectura es además de lo obvio y explícito de lo construido y presente, lo que queda en el medio de las cosas. Arquitectura es lo que está fuera de lo construido, de lo que se ocupa por la rigidez de la geometría del ladrillo, pues es más allá, dominio y control del espacio a nuestro alrededor. La ar
quitectura son como marcas y distancias dadas por los usos a practicar desde un lugar original, dominio de ese entorno para buscar sitio, localizarse, ubicarse y asentarse, tarea nada fácil. De igual forma es distribuir, reorganizar, equilibrar, ya sea de manera espontánea como sucede en la naturaleza o de forma planeada como hace la arquitectura. En este sentido del hueco, de lo que queda en el medio, es donde aparece la arquitectura que nos interesa, el vacío donde sucede lo público, el lugar entre las cosas donde nos relacionamos. Su importancia es determinante porque aunque nos guarecemos en lo físico, lo construido, donde somos sociedad y grupo que avanza como cultura es en el espacio público, en la calle.
Ese espacio «entre» es donde se resuelven los conflictos, donde están todas las marcas que señalan donde terminan o empiezan otros espacios e intereses colindantes. En esos intersticios donde se armonizan esos conflictos es donde finalmente resulta la naturaleza de lo colectivo, un lugar de reequilibrio de fuerzas que organiza la colonización de los espacios y los intersticios que permiten los pasos y movimientos. Sólo hay que observar la disposición de los cuerpos en las abarrotadas playas en época estival, la lucha por el posicionamiento y por el paso entre los cuerpos hacia la utopía del agua.
Decimos conflictos porque se usa, se ocupa más que lo propiamente substancial. Las personas, los animales y las cosas parecen extenderse, debido a su naturaleza cainita y a las funciones que le son propias, más allá de su ámbito o espacio físico primero, como si fueran minerales radiactivos o metales magnetizados, igual que nos quemamos con la energía del fuego antes de tocar la llama. Y el acuerdo entre todos los pequeños dominios es lo que hace dejar zonas de hueco y libertad, la calle, la plaza, el parque en la que hacer suceder los encuentros pautados del grupo.
Así que somos, como dice la filosofía y la antropología, lo que representamos en ese espacio exterior, en la calle, delante de los demás, no en nuestra arquitectura, porque finalmente somos lo que los demás reconocen de nosotros y eso pasa fuera de casa, en medio de todas las casas podemos decir. Así que esa arquitectura de lo público lo que somos fuera, es lo que somos entre todos, es nuestra imagen social de conjunto, nuestra expresión cultural y particularmente no lo que somos sino gracias a los conflictos con otros y a lo que nos dejan ser los demás.~
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