Coleccionistas de sueños
«Si de acumular sueños se trata, me enteré de tres personajes que reunieron una gran cantidad de estos, y los compartieron con el mundo de maneras bastante peculiares.»

A psychiatrist with intense, bulging eyes (1930). Wellcome Library, London
LOS SUEÑOS NOS definen y delatan, y muchas veces no es tan sencillo revelarlos. Estos no dicen el futuro; se construyen con las inquietudes del presente, son el más puro destilado de nuestras emociones y experiencias personales, así que sólo nosotros sabemos qué significado tienen los propios. Desde hace un par de años llevo el registro de los míos, y en general, al repasarlos, encuentro alguna relación con mis estados de ánimo de entonces, así como el recuerdo de conversaciones, lecturas u otras influencias externas que pudieron detonarlos. No todos los he podido escribir por alguna razón, aunque en general es porque los olvido tan pronto como despierto. Pero si de acumular sueños se trata, me enteré de tres personajes que reunieron una gran cantidad de estos, y los compartieron con el mundo de maneras bastante peculiares.
El sistema del doctor Hall
Interpretar los pasajes oníricos de otras personas puede ser una empresa demasiado ambiciosa, y desde la Antigüedad se ha intentado establecer alguna norma para descifrarlos. Dentro de la psicología se han propuesto encontrar patrones comunes para con ello deducir la personalidad y el comportamiento de la gente. En el libro Dimensiones de los sueños (1979), Winget y Kramer reconocieron la existencia de 132 escalas y sistemas de clasificación de los sueños propuestos en lengua inglesa hasta ese entonces. En la historia de la especialidad, destaca la figura de Calvin Hall (1909-1985), uno de los psicólogos más famosos e influyentes de la década de 1960; su texto Análisis del contenido de los sueños (1966), escrito en coautoría con Robert Van de Castle, propone un sistema de análisis de contenido que consiste en contar el número de veces que un elemento o clase de elementos en particular se repite en los episodios oníricos. Algunos de estos elementos son los personajes que intervienen en el episodio, clasificados por edad, sexo y relación con el paciente. Otro es el tipo de interacción que se tenga con estos personajes, así como otros tipos de actividades, subdivididos en 28 clases y subclases, según el éxito o fallo de la empresa que estuviera realizando el protagonista, la buena o mala experiencia dentro de la dinámica del sueño y por supuesto las emociones durante el mismo.
Hall no creía que los sueños escondieran algo, como lo pensaba Freud. «Las imágenes de un sueño son la materialización de los pensamientos del soñador; estas imágenes otorgan una expresión visual de conceptos invisibles». Su línea de investigación fue tratar de encontrar una relación entre los sueños de una persona mientras duerme y si estos reflejan su comportamiento y personalidad en la vida consciente. En 1968 hizo un estudio analizando los sueños que Freud y Jung habían descrito en sus textos, y los resultados obtenidos fueron comparados con material biográfico y autobiográfico. En 1970 hizo lo mismo, pero con los sueños de Franz Kafka, comparándolo con su carácter y conductas conocidas, así como contrastándolas con su obra. Al final de su carrera, Hall había llevado el registro de poco más de 50,000 sueños de diferentes personas.
Su proyecto más peculiar, sin embargo, no fue sobre los sueños de algún artista o personaje famoso.
Un paciente llamado Norman
Durante un periodo de tres años y medio, entre el 15 de septiembre de 1963 y el 8 de febrero de de 1967, Norman (nacido en 1929) permaneció internado en un hospital psiquiátrico. En ese tiempo llevó un diario de los sueños que tuvo, y que puso a disposición de Hall. El interés por este paciente en particular, fue que Norman era un pedófilo. Así, el compendio en el que describía 1,368 sueños (en contraste, Hall había analizado 28 sueños de Freud, 31 de Jung y 37 de Kafka) se convertiría en material de análisis para el libro Personality of a Child Molester (1971). Aunque no es necesario usar tantos sueños para obtener la descripción de una persona en términos psicológicos, el hecho de tener tantas referencias permitía determinar lo cambios en la vida y personalidad del mismo.
«Mi madre trataba de limpiar una caballeriza, pero un caballo insiste en entrar, así que ella no puede terminar el trabajo… más tarde, miro a través de una ventana, y veo al caballo corriendo hacia mi madre a toda velocidad. Intento abrir la ventana para advertirla, porque ella mira hacia otra dirección. La ventana no se puede abrir, así que me pongo un guante y la rompo para llamar su atención. Me escucha, ve al caballo y puede evadirlo.»
Como el título lo sugiere, Hall sólo determinó los rasgos característicos de la personalidad de Norman, y no una generalización o perfil de los sueños de los pedófilos.
El cantante fracasado
El caso de Dion McGregor (1922-1994) es más afortunado, aunque no menos extraño. Este era un cantante y compositor de Broadway con poco éxito, quien compartía departamento con su amigo, Michael Barr. Lo que Dion no sabía era que hablaba dormido en las madrugadas, describiendo pasajes surrealistas, inquietantes, cómicos y terroríficos. Tampoco supo que su compañero grabó miles de esos ‘somniloquios’, en un periodo que abarcó de 1961 a 1967. Fue en 1964 cuando Barr seleccionó diez pasajes y los ofreció a Decca Records; el disco, The Dream World Of Dion McGregor (He Talks In His Sleeps), incluía un libro ilustrado con sueños que no habían sido incluidos en el LP, seleccionados e ilustrados nada menos que por Edward Gorey.
«¡Vamos a ir a FutureLand! Oh, eso es terrible, ¡eso es terrible! ¿Esa sería mi casa en Futureland? Bueno, ¿qué hace esa mujer sentada en aquella habitación? … Ella enhebra una aguja. Ella pone pequeñas cuentas en una aguja. ¿Cada cuenta es una hora de mi vida? Bueno, no puedo soportarlo, ella sólo tiene un baúl lleno… Oh, ¡ella está poniendo mis días en las cuentas!… ¡Suelta las cuentas! ¡Las cuentas caen!»
El disco fue un fracaso de ventas, y por supuesto hoy es un objeto de culto. Queda la duda sobre la autenticidad de este producto, aunque según se cuenta el caso fue investigado y validado por psicólogos.
Este año, el productor canadiense Steve Veneright sacará una nueva colección de estos somniloquios, titulada Dreaming Like Mad With Dion McGregor, escogidos entre los 300 que adquirió de Michael Barr. Esta vez, las grabaciones están acompañadas por un texto escrito por el psicólogo Deirdre Barret, en el que analiza 292 de estos sueños.
El disco completo lo pueden encontrar aquí… (https://www.youtube.com/watch?v=7T62OBSqVMw)~
[tube]https://www.youtube.com/watch?v=7T62OBSqVMw[/tube]
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