Argentina enfrenta una nueva clase popular, “el Pobrismo”


 

Haciendo un análisis de la cultura popular puede considerarse una pérdida de la identidad por las instituciones tradicionales como la escuela, el Estado, los partidos políticos, o la iglesia, siendo ésta reemplazada por la que difunden con determinados intereses ideológicos y económicos los medios de comunicación masiva (televisión, internet, diarios etc.). El hecho de que la idea de Nación se vincule más a un seleccionado de fútbol que a la historia oficial de un país es consecuencia de la crisis de estas instituciones. Diego Maradona, de cierto pasado glorioso, encarna en el imaginario colectivo un símbolo de eso que pudimos ser. Aunque, a mi criterio, es más símbolo del derrotero de este país, que fue capaz de soñarse mucho más grande de lo que ha llegado a ser. Hasta aquí parece que la identidad nacional de la cultura popular y masiva es el fútbol. Remontándonos en nuestra historia, durante los años del peronismo apareció fuertemente la idea de refundación de la nación a partir de la perspectiva de lo popular. Con el fin de la presidencia de Perón surge la primera gran crisis de la identidad nacional argentina. Nuevamente, en los años 70 con la dictadura militar la idea colectiva de nación volvió a entrar en crisis y aquí supone la aparición de la pasión futbolera.

La cultura popular fundada en la tradición, y la cultura de masas, difundida por los medios masivos de comunicación, son términos que designan fenómenos que se encuentran en constante cambio e hibridación [1]. Citando a Burke, “la cultura popular es la cultura no oficial, la cultura de los grupos que no formaban parte de la élite, las clases subordinadas” [2]. Al focalizar lo específico de las culturas populares tiene que contemplarse el problema de las relaciones desiguales que “asocian íntimamente a grupos y a clases dentro de una misma sociedad” más que de las diferencias culturales.

Hoy, en un contexto de una sociedad marcada por una profunda crisis económica (hiperinflación, piqueteros, cacerolazos, saqueos, etc.), con la consecuente conformación paulatina de espacios de exclusión y de violencia social, se observa un impacto importante en diversos ámbitos de la vida cotidiana de las personas.

Entrar al mundo de lo popular implica nuevos escenarios, códigos y lenguajes convergentes. Surge el problema de la representación de la lengua: oralidad y escritura letradas & oralidad y escritura marginal. Esto es reforzado y reafirmado desde una propuesta de estética musical –cumbia villera como los “pibes chorros” y el ultimo boom “los wuachiturros”–, símbolos vestimentarios y lingüísticos acompañado de un alto consumo de cultura mediática.

El “mercado tropical”, que aparece con fuerza hacia mediados de los años 80. En los 90 ya había generando una amplia red de producción y difusión en especial a partir de dos sellos discográficos (Leader y Magenta), programas de televisión (Pasión de Sábados) y de radio (muchos en FMs barriales o “truchas”) y publicaciones especializadas, a los que se suman, actualmente, varios sitios de Internet. Y en el transcurso de 2001, se convirtió en un éxito comercial inesperado. En la cumbia villera encontramos la idealización de un tiempo sin reglas, en el cual el trabajo, el ahorro, el sacrificio son sustituidos por el robo, el consumo y el ocio. Se presenta como una crónica de lo que ocurre en los barrios pobres de Buenos Aires, dando cuenta de la marginalidad. En las cumbias, no piden trabajo, no reclaman “justicia social”, no pretenden una mejor distribución del ingreso, no entran en la lógica de la movilidad social ascendente. “Simplemente” positivan, en la música, una forma de plasmar su propia experiencia del mundo, como por ejemplo: “Del baile me vengo, ay, qué pedo tengo!/ No puedo caminar de tanto jalar. [inhalar cocaina)]/ Estoy re cantina [en este caso la voz refiere al turbación por abstinencia que lo pone en situación de “armar bardo” –protestar–], no tengo vitamina [cocaína]./ Yo quiero tomar vitamina, yo quiero tomar vitamina./ Me compro una bolsa y estoy pila, pila. (Damas Gratis, “Quiero vitamina”, Damas Gratis, 2000)”.

Los medios de comunicación muestran una decadencia generalizada y son muchas veces manipuladores de la realidad. Basta con leer un poco entre líneas los mensajes expresados por los distintos medios para comprobar que la realidad depende de quien la cuenta. Sumarle la falta de independencia del “periodismo independiente” y el vaciamiento de contenidos de los programas para evitar que la población piense. Logrando así lo que muchos denominan como “TV basura” donde abundan programas de chimentos y personajes mediáticos. Posiblemente lo utilizan como un medio de distracción, para olvidarse de sus propios problemas o de los conflictos que afronta el país. Por otro lado, cabe mencionar la violencia en los medios, sobre todo en la televisión (como El Puntero, Policías en acción, barras bravas en el fútbol, etc.) que ha causado efectos sobre la conducta principalmente en los jóvenes incrementándose en los últimos años la violencia escolar. Un tema verdaderamente alarmante.

La literatura tiene siempre una marca utópica, cifra el provenir y actualiza constantemente los puntos claves de la política y de la cultura. En la segunda mitad de la década de 2000, comenzó a consolidarse una nueva generación de escritores (narradores y poetas), al mismo tiempo que surgen nuevas voces con escrituras más breves, experimentales y publicadas algunas a través de Internet, en coincidencia con la aparición del formato del blog. A este movimiento se lo denominó Nueva Narrativa Argentina y comienza a tomar notoriedad pública a partir de 2004, con la publicación de la antología La joven guardia, que significa la primera publicación para una buena cantidad de nuevos autores y la presentación en sociedad de una generación caracterizada por la autogestión y la organización de lecturas públicas, reivindicando el rol de la literatura como un acto colectivo. Tras la crisis de 2001 y la impronta nacionalista y de corte popular de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, esta nueva generación parece haber dejado atrás algunas de las temáticas más marcadas de la literatura post-dictadura, aunque todavía mantiene un hilo vincular con la generación de los ’90. Hacia 2011, la publicación de Los prisioneros de la torre, ensayo de Elsa Drucaroff sobre la literatura argentina post-dictadura, significa la primera legitimación académica de los narradores de La joven guardia y del movimiento literario que generó. Un campo literario que se presenta como un movimiento colectivo y de participación donde la influencia de la dictadura parece haberse reducido para darle lugar a una literatura con un compromiso político renovado, donde también aparecen con fuerza la autobiografía, la influencia de los medios de comunicación, el uso de drogas, un fuerte vínculo con las redes sociales, la adaptación a las nuevas tecnologías y una mirada lúdica acerca de la realidad, dentro de un marco crítico pero sin la desesperanza que teñía el espíritu de las generaciones inmediatamente anteriores. ¿Qué va a pasar con la literatura en el futuro? Partiendo de la base de que los consumos culturales de los adolescentes no obedecen a ninguna cuestión enciclopedista, todo implica que tendera a desaparecer.

Para reflexionar un poco sobre todo lo que ha sido comentado es importante situarse desde un punto de vista de contexto social. Se plantea una verdadera revolución cultural “posmoderna” que se manifestaría emblemáticamente en la muerte del libro y el triunfo definitivo de lo audiovisual.

En mi opinión, lo que más debería preocupar es la ausencia de elementos para ir al fondo contra lo central del modelo conservador neopopulista actual. Los Kirchner son sátrapas que lo único que quieren es dinero y poder con una oposición que se asemeja al vacío. En materia de derechos humanos, ha sido una gran estafa ideológica, un gran chantaje. Una estructura ideológica donde el Estado que no hace otra cosa que regalar (como el plan trabajar, jefes y jefas de familia, etc.), cultivando la cultura de la marginalidad como contraposición de la cultura del trabajo como fuente de todo progreso. Paradójicamente no quieren que los pobres dejen de serlo.~

Referencias:
[1] Término “popular” para designar lo que es propiedad del pueblo y es producido por él mismo; para designar su evolución, aquello producido para el pueblo y no por él mismo, usaremos el término “popular masivo” (Cultura popular y cultura de masas: conceptos, recorridos y problemáticas – Óscar Blanco, Ana María Zubieta – 2000)
[2] Popular Culture in Early Modern Europe (1978) – Peter Burke