Irreverencias maravillosas: La locura a través de los siglos

La locura a través de los siglos, en Irreverencias maravillosas, por Lola Ancira

 

La ciencia no nos ha enseñado aún
si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia.
Edgar Allan Poe

 

foto del antiguo Manicomio di MombelloLOS MANICOMIOS ERAN centros de reclusión para los enfermos mentales que tiempo después se transformaron en hospitales psiquiátricos. Manicomio viene del vocablo manía y del griego cuidar: era el espacio designado para vigilar y atender a quienes sufrían de un padecimiento designado como locura, término aplicado a todos aquellos que sufrían de delirios o trastornos psicológicos.

Antes de la existencia de los manicomios, durante el siglo XIV, en ciertos hospitales de Suecia, Italia, Polonia y Alemania se destinaban algunas habitaciones para el aislamiento de los enfermos mentales. El Hospital Real de Bethlem, en Londres, fundado en 1330 tras haber fungido durante 83 años como priorato, se convirtió algunas décadas después en el primer hospital psiquiátrico europeo. Los terribles acontecimientos en dicho lugar han inspirado libros, series de televisión y películas como Bedlam (1946, Boris Karloff), palabra que fue usada como apodo para el hospital y cuya acepción es caos o confusión, pues durante sus primeros años resaltó el trato inhumano y los abusos hacia los pacientes, mismos que fueron condenados por la reforma psiquiátrica siglos después.

En 1410 se inauguró el Hospital de los Pobres Inocentes en Valencia, donde por primera vez se consideró como una enfermedad a la locura. El trato humanitario y los procedimientos médicos para los pacientes designados como curables o incurables significaron un cambio radical para la psiquiatría. Este modelo de hospital se estableció en otras ciudades españolas e incluso llegó a México en 1567, con la fundación del Hospital de San Hipólito, en funciones hasta 1910.

En 1645 se fundó el manicomio Charenton, en Francia, famoso también a principios del siglo XIX por el trato caritativo a sus pacientes. Ahora se conoce como el Hospital Esquirol. A finales de 1800 Philippe Pinel, un médico especializado en trastornos psicológicos, al ser nombrado jefe del manicomio de Bicertre (el área masculina del Hospital de la Pitié-Salpêtrière, fundado en 1656 en París) prohibió el uso de las cadenas y pidió al personal ser bondadosos con los enfermos. Este hospital atendía principalmente a vagabundos y pobres, y fue el primero en designar áreas para hombres, mujeres y niños. 30 años después se construyó un edificio especial para recluir a mujeres con «mal comportamiento» y a prostitutas. Poco antes de la Revolución Francesa, el hospital podía albergar a 10,000 enfermos y 300 detenidos. Tras ésta, el hospital ganó reconocimiento en todo el continente gracias a dos de los médicos que laboraban ahí, entre ellos Jean-Martin Charcot, considerado como el padre de la neurología moderna.

En 1687 se fundó en la ciudad de México el Hospital del Divino Salvador, que sólo albergaba mujeres. En 1796 se estableció el York Retreat, en Inglaterra, popular por dar un trato humano y ético a los enfermos mentales, modelo imitado en los psiquiátricos del resto del mundo y que actualmente sigue vigente. En 1811 se fundó el Hospital General de Massachusetts, con una división para psiquiatría. Durante 1850 se construyeron en Estados Unidos más de 200 hospitales psiquiátricos de arquitectura palaciega, con inmensas y encantadoras fachadas que recluían todo tipo de horrores, y que tan sólo un siglo más tarde albergaban a 500 mil personas. Debido al hacinamiento y las condiciones deplorables, los padecimientos de los pacientes dentro de estas instituciones no mejoraban en absoluto.

En 1873 se fundó el Manicomio di Mombello, en Italia, uno de los más grandes en su país, y su capacidad máxima fue de 3,000 personas. Cerró sus puertas en 1999 y actualmente el edificio se mantiene en pie, abandonado y ejerciendo cierta atracción aterradora.

La Castañeda, hospital psiquiátrico fundado en 1910 en la ciudad de México, fue conocido como el Palacio de la locura, y su arquitectura trató de imitar la del Charenton de París. A él fueron enviados los internos del San Hipólito y las internas del Hospital del Divino Salvador. Dos meses después de su inauguración, la Revolución Mexicana modificó las funciones del hospital, convirtiéndolo en un asilo que refugiaba alcohólicos, criminales, mendigos, prostitutas y enfermos mentales en los mismos espacios. Las condiciones extremas, la falta de recursos, la ineficacia de sus brutales tratamientos (como al terapia electroconvulsiva y la reclusión prolongada), el ambiente de violencia y alojar al triple de pacientes en sus múltiples pabellones derribaron los ideales de progreso y modernidad con que fue fundado. La Castañeda tuvo una grandeza demasiado efímera. Uno de los peores episodios se registró cuando una enfermera confundió ácido oxálico con azúcar (elemento solicitado a los familiares de los internos por falta de insulina para inducirlos al coma y «tranquilizarlos»), lo que llevo a la muerte de gran parte de los pacientes que recibían este tratamiento. Este Palacio también fue testigo de una historia surrealista en los años 40, la del estrangulador de Tacuba, Gregorio Cárdenas, considerado décadas después como un «gran ejemplo» para el país en el homenaje que le rindió la Cámara de diputados (del PRI) de la época. Cuando en 1968 demolieron los 21 edificios que lo conformaban, justo meses antes de la Matanza de Tlatelolco y de los Juegos Olímpicos celebrados durante el mismo año en el país, la fachada se vendió momentos antes de las detonaciones y fue trasladada en su totalidad a otra construcción en el Estado de México, donde permanece hasta ahora como el único recuerdo que persiste del Palacio.

Las leyes generales de sanidad que iniciaron en los años 60 en Europa, abogaban por un trato humano y mucho más justo para los enfermos mentales, que contemplara la rehabilitación y reinserción como uno de sus principales objetivos. Fue así como los manicomios comenzaron a cerrar sus puertas, y la mayoría de los enfermos se convirtieron en pacientes de sus familiares. A pesar de que tampoco contaran con el medicamento o los elementos necesarios para su tratamiento, con el tiempo se han demostrado ciertos avances. Asylum (The Mit Press, 2009) es un libro de fotografías de manicomios estadounidenses abandonados que incluye un ensayo sobre el tema y puede ser considerado como un documento histórico, y el fotógrafo y explorador urbano Thomas Windisch visitó durante dos años manicomios italianos  tras aplicarse estas nuevas leyes en la década de los 70, recopilando la fascinante obra en su página en internet.

A pesar de los múltiples avances y progresos en la psiquiatría y en la medicina, que han abierto nuevas posibilidades para el análisis de las enfermedades mentales, despejando los precedentes ideológicos religiosos al respecto, México cuenta ahora con 41 hospitales psiquiátricos, y en la mayoría de ellos los pacientes aún sufren las carencias, los malos tratos y las privaciones de siglos atrás. Tras una investigación exhaustiva de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en 2013, declaró en su informe sobre los hospitales psiquiátricos en México (que actualmente albergan a más de 3,000 pacientes) que aún se registran ingresos forzados, que los familiares no tienen acceso a la información de los tratamientos de los internos y que son atendidos por escaso personal capacitado (desde psiquiatras hasta especialistas y trabajadores sociales). La tortura y el maltrato, las instalaciones en decadencia, la incomunicación y el abuso físico son algo común dentro de estas instituciones.

Estudiar las funciones cerebrales y conocer las causas de estos padecimientos permitió su tratamiento y prevención, logrando que los trastornos de conducta, las enfermedades mentales o la discapacidad intelectual sean tratados de una manera mucho más eficaz y especializada. La rehabilitación psicosocial ha permitido la reinserción adecuada de pacientes con enfermedades crónicas como la esquizofrenia o la bipolaridad, pero aún existen centros psiquiátricos que se mantienen en la sombra del trato cruel de los manicomios de varios siglos atrás.~

Fotografía del antiguo manicomio di Mombello, de Clara