80P1VM/83: El desierto del Rajastan

#post_80P1VM/83 de 80 en 1 vuelta al mundo, de Humberto Bedolla

 

–¿Viste?, ese hombre trae turbante –dijo Arancha visiblemente feliz.
–Sí –contesté yo mirando el asiento de enfrente.

Íbamos en un bus local, eso significa que éramos los únicos occidentales y que en vez de hacer 4 horas en 200 kilómetros haríamos 6 o 7. Estamos sentados en un asiento de dos plazas donde realmente caben uno y medio. Íbamos camino a Jodhpur, en Rajastán; el desierto al noroeste de India frontera con Pakistán. El desierto es una grandísima zona polvorienta donde se encuentran las imágenes y colores más conocidos de India. Una zona muy fotogénica.

–¿Cómo que sí, sin más? –reclamó Arancha.
–Llevamos varios días viendo hombres con turbantes –intenté justificarme.
–¡¿Y te parece normal!? Eres un oficinista que sólo ve hombres y mujeres de traje oscuro todos iguales y me dices sí sin sorprenderte…
–Ok, ok –contesté mientras acariciaba el cabello de una niña de unos 8 años.
–¿Y esta niña?
–Nos la colocó su madre, esa chica de sari naranja –contesté señalando a una chica de unos 25 años.
–Te has fijado que no les importa ir unos encima de otros. ¿Será porque son tantos, o por qué?

Levanté los hombros. Seguimos viajando en silencio. De vez en cuando se escuchaba al ayudante del conductor gritar a la persona que acababa de subir al bus que se moviera al fondo.  Eso significaba trepar por las cabezas de todos y encajarse en un hueco haciendo una T o una L de tetris. Nosotros ya no protestabamos, sólo agachábamos la cabeza. La niña india nos miraba sin sonreír, por mucho que yo me esforzaba en sonreirle.

–¿Qué hay en Jodhpur?
–Lo mismo que en Jaipur. Lo mismo que habrá en Jaisalmer.
–¿Y además del fuerte?
–Jaipur es la capital del Rajastan, y tiene el observatorio astronómico. En Jodhpur el centro está pintado de azul. Y en Jaisalmer iremos al Festival del desierto.
–Ah –contesté.
–En el Festival del desierto hay carreras de camellos, concursos de mostachos y de turbantes –se adelantó Arancha a la pregunta que yo aún estaba pensando.

No pude evitar pensar que al concurso de mostachos podía participar. Si me lo corto como narco o porno-star tendré posibilidades. Sonreí. De reojo vi como la niña y Arancha hacían una mueca, como si estuvieran escuchando lo que pensaba, aunque seguramente era por el polvo del desierto.